Tenéis ante vosotros un campo de minas que queréis cruzar.
Os acompañan varios perritos.
Descartando por el momento la opción de ir delante (que me fastidiaría la metáfora) parece que una solución es dejar corretear los cánidos libremente por el campo para que vayan, a su manera, desactivando las minas.

Sin embargo, si dejamos sueltos todos los perritos a la vez existe el riesgo obvio de que una mina explote volando a más de uno. Los perritos extra habrán sido sacrificados en vano.
Otra solución más “inteligente” es lanzar los perritos de uno en uno: un perrito, una mina.
Esta metáfora me ha servido en varios cursos para dos cosas: ganarme algunas miradas de odio e ilustrar gráficamente los enfoques de test de usabilidad iterativos basados en sesiones con pocos participantes y cambios rápidos.
Me explico: en un test de usabilidad evaluativo (el objetivo del cuál es detectar problemas) de nada sirve lanzar multitud de participantes contra una interfaz para que choquen una y otra vez con las mismas dificultades. Es un sacrificio de recursos, tiempo y participantes.
Existe un enfoque mejor: reducir el número de participantes, testear, hacer cambios y repetir. Estos cambios permiten retirar las dificultades detectadas (explosión controlada de las minas) para poder hacer una nueva ronda de testing y determinar nuevas oportunidades de mejora.
Es más barato y eficiente.
Si os interesa el enfoque leed el artículo “Using the RITE method to improve products; a definition and a case study” o el libro “Rocket Surgery Made Easy: The Do-it-yourself Guide to Finding and Fixing Usability Problems” de Steve Krug.
Ningún animal sufrió daños durante la preparación y redacción de esta entrada. Mucho menos Fivi, que la ilustra con candor.