Hace algo más de 20 años, Bill Moggridge y Bill Verplank no estaban en una situación tan distinta a la nuestra: trasteaban interfaces y mecanismos interactivos y parece que se sentían algo incómodos al no tener un nombre para referirse a lo que hacían. Así que ni cortos ni perezosos decidieron que “eso”, como tantas cosas en la vida, era diseño y, concretamente, diseño de interacción.
Más recientemente, en una presentación del documental Objectified, Bill Moggridge hizo unas declaraciones que levantaron algunas ampollas. Las malas lenguas dijeron que dijo que el diseño de interacción estaba muerto. ¡Calamidad! Él mismo se apresuró a aclarar la confusión y tranquilizar a la masa enfurecida en un comentario en el blog de Cooper:
I think Interaction Design is now pervasive enough to have become a part of every design discipline, so far from being dead, it’s everywhere! […] When we started with this, there was a lot of new material to understand and it seemed that you had to have a new discipline to pull it all together. Now, over twenty years later, every design discipline operates in the digital as well as the analog realm, so every designer has to be some kind of interaction designer as part of their own discipline.
Hablar de diseño de interacción es hablar de diseño, sin apellidos. El ciclo se cierra, la especialidad se diluye en la generalidad, pero nos queda un enfoque, el enfoque en que los diseñadores tenemos en cuenta las necesidades, las limitaciones y los deseos de unos usuarios que, hoy por hoy, quizá no son conscientes de lo mucho que hizo Bill Moggridge por todos nosotros.
If you think about what people are most interested in… it doesn’t occur to them that everything is designed, that every building, everything they touch in the world is designed, even foods are designed nowadays. […] the world around us is something that somebody has control over and perhaps they could have control of, that’s a nice ambition.